Se extingue la llama, incendio de ayer;
muerta la esperanza; acabado mi ser.
Con esto me despido; la tortura me inunda día y noche, impidiéndome avanzar, limitando mi existir. Las historias fracasadas son y serán el eterno arte de mis palabras, y el infinito combustible de mis angustias.
Mis letras han agotado en su totalidad el pronóstico de un brillante futuro, y se sumergen ahora en el abismo en el que siempre han pertenecido.
Ya no existirán nuevas cartas con vida, ni caricias, ni ternura, ni calor en el alma...
Ya no vivirán las flores en mi pecho; no habrán sonrisas o dulzura, sólo dolor y desprecio...
(Foto: Mansour Nasiri)
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