Taquiarritmia intensa invade mi ardiente tórax cuando tu semblante se hace percibir por las minúsculas células de mi retina... aquél impulso bioelécrico que salta de axon a dendrita en el laberinto sin fin de mi materia gris, en fragmentos de un segundo fabrican intensas emociones que pudiesen persistir hasta el infinito... estos impulsos se combinan con sutiles descargas sensitivas generadas en las yemas de mis dedos al acariciar la cálida armonía de tu cabello, al comprimir la dulce suavidad de tus muslos... Por fin, se produce el inesperado colapso del equilibrio mental cuando los labios hacen contacto con los paralelos ajenos, lo cual trae consigo una explosión de adrenalina que sobrecarga los núcleos perceptivos que determinan la veracidad de nuestra existencia... Por fin la mente cae en un indistinguible caos de realidad y delirio bañado en un océano de pasión perpetua... Es un estado de éxtasis alucinógeno cuyo inimaginable fin sólo se compara con la escalofriante faz de la misma muerte...
Esa muerte llegó hace ya algún tiempo; pero recuerdo la vida claramente...
Y sé que tú también...
(imagen de brainmaps.org)
