Te voy acariciar en la oscuridad de la noche... vas
sentirme recorrer tu espalda, tu pecho. Vas a querer abrazarme... me
voy a dejar perder entre tus brazos. Vamos a ser uno con el universo y
nos vamos a perder entre las sabanas cálidas de tu cama.
Es un hábito difícil de mantener, explicar con letras el tono, timbre y volúmen de la música límbica es una tarea poco sencilla. Te escribí durante años, en años más, en años menos, pero la música siempre se mantuvo resonando entre mis ventrículos como trueno entre las nubes.
Un mal momento, como otros, como todos... Queda la pregunta eterna: