lunes, septiembre 17, 2007

Mainstream

Quiero... una manzana amarilla
Quiero... un té de canela
Quiero... una cartera de palma
Quiero... un gatito gris
Quiero... un abrazo
Quiero... sembrar un frijolito
Quiero... manejar una combi
Quiero... leer a Dante
Quiero... volar por centroamérica
Quiero... un CD de Cream
Quiero... una cita a ciegas
Quiero... una almohada grandotota
Quiero... pintar mi carro
Quiero... platicar contigo
Quiero... aprender a aprender
Quiero... pararme en un faro
Quiero... ver un pingüino
Quiero... comer queso
Quiero... dormir 8 horas
Quiero... acariciar cabello lacio
Quiero... comprarme ropa
Quiero... conocer gente nueva
Quiero... dejar de escribir pendejadas

jajaja

miércoles, septiembre 12, 2007

Latte


Estuve sentado ahí por varios minutos, con ese café tan suave y ese humo tan espeso; la música que salía de la puerta a mi lado parecía mover las cabezas de las demás personas que habían en ese patio, pero yo permanecí inmóvil, viendo a ese frondoso árbol, y sintiendo ese tibio viento. Era mi calma, un momento de lucidez entre horas de teorías sociales y técnicas diagnósticas. Cuando terminó la última canción, se levantaron 5 chicas de la mesa que tenía a mi frente; caminaron hacia el norte, llevándose la última onza de murmullo que permanecía en aquél lugar. Vi mi reloj, y proseguí con mi ensayo: palabras, frases y párrafos completos criticando a este sistema patético que derrama como espuma a los recursos que necesitan tantas personas en nuestro país.

Hmm, no continuaré con este melodrama inútil de un momento que en realidad no llevó a nada. El caso es que disfruté ese instante de soledad inundado en mis pensamientos; lo admito, me gusta estar solo una gran parte del tiempo que existo; me gusta jugar con mis emociones y construir percepciones a base de simples colores, ruidos y movimientos; me gusta sentarme y vigilar un punto en el espacio por largos minutos, pensando en absolutamente nada; me gusta saber que por esos escasos momentos, mi vida es independiente de todo lo que sucede en el planeta... pero no me gusta volver a la realidad, aunque adoro el reto que significa enfrentarla.

viernes, septiembre 07, 2007

Colección


Vi tres colores en el iris de tu espejo; eran azul, naranja y rosa. Sin detenerme a pensarlo, caminé al oeste. Caminé quinientos pasos y esperé doscientos minutos. Bajo la luna gris, el mar vino a mí; volteé hacia ti, pero no seguías ahí. Y de nuevo regresé al mar que me vió crecer, de nuevo me alcé al cielo que te vió partir... De nuevo me enterré en el fango que a tu muerte dio acontecer.

Esto fue casi espontáneo. Me gustó lo de los colores, aunque no pude darle más estructura. La caminata fue algo tonto, quise agregar números para darle un sentimiento de naturaleza cuantificada o prediseñada, aunque no salió muy bien. Finalmente el pseudo poema sin buena rima. Nunca he sido bueno con las rimas ni espero serlo de la noche a la mañana, especialmente si sólo lo intento una vez al año; pero admito que me gustó como quedó. Es como darse cuenta que la realidad nos dió tanta dulzura, solo para luego dejarnos hundidos en amargura. Al menos algo así pensaba cuando salieron esas palabras.

No se que parte de mí produce todo esto; en un viernes típico como este, puedo estar con mis amigos, tomando cerveza y hablando de mujeres atractivas, criticando a personas tímidas, y explotando en risas tras chistes homofóbicos y machistas; de repente, me levanto y me largo a fumar un cigarro como si todo eso fuera una mentira, como si esa máscara me quemara, amenazando con cicatrizar permanentemente mi cara; luego, bajo las estrellas, levanto la mirada y platico con el aire, y me río de todo lo que soy y a la vez no soy. No quiero decir que soy una mentira, pero la realidad es que sólo consisto en verdades a medias; me arrepiento de no haber invertido el tiempo y las energías suficientes para desarrollar las partes de mí que realmente me interesan. Ahora he terminado como un coctel mal combinado de comportamientos incompletos, desde típico "fresismo" naco, e indiferencia caritativa, hasta romanticismo frígido y pasión perezosa. Es un caos, producto de la inhabilidad de mis neuronas para organizar las ideas negativas (y algunas positivas) que han existido en mi mente desde mi infancia.

Quizá también por esto me encantan tanto los cuerpos astronómicos... Al igual que los sentimientos y las emociones, son colecciones semi-eternas de caos, con una belleza que ninguna obra de arte o creación humana puede igualar.